El futuro de ayer, el futuro de hoy

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Gracias a la ciencia ficción nos alejamos de nuestro convencional planeta tierra. Pisamos otros universos y nos relacionamos con criaturas extraterrestres. Pero ese futuro que el cine de ayer proyectó, hoy nos resulta viejo, muy distinto al futuro que plasmamos hoy y radicalmente diferente al futuro del mañana…
La ciencia ficción es un género tan menospreciado como popular. Tanto la literatura de ciencia ficción como el cine comparten este estigma. Sin embargo, lo que no podemos negar es que no son las palabras, sino el cine el que ha definido la imagen de la ciencia ficción en la imaginación popular.

La vida en el futuro (utópica o catastrófica), descubrimientos científicos, viajes en el tiempo, contacto con extraterrestres, trayectos espaciales, robots, computadoras superinteligentes y hasta mutaciones en el ser humano, son algunos de los temas que gusta de abordar la ciencia ficción.

De todos ellos se ha ocupado el cine, con historias propias o adaptadas, pero probablemente sea la vida espacial la rama de la ciencia ficción que más fascina al creador cinematográfico. La estética externa e interna de las naves espaciales, los trajes de los astronautas, las lucecillas destellantes en tableros imposibles, pantallas indescifrables y la gravedad cero, son campo fértil desde los cuales, muchos cineastas han construido sus fantasías.

Quizá podría citarse El viaje a la luna de George Méliès como la sorprendente primera muestra de este género, que a lo largo de más de cien años de historia ha tenido una evolución apasionante. En aquellos primeros días, el entusiasmo y la imaginación eran la fuerza motora principal. Las reglas se establecían apenas y las convenciones comenzaban a construirse. Entonces grandes obras del género se realizaron con muy pocos recursos pero con ideas, ingenio, humor y fantasía.

Hasta que se consolidó el género. Por el enorme gusto popular se realizaron obras en forma acelerada, comenzando así a revestir al género de una mala fama. Películas tipo Back Rogers o Flash Gordon se ocuparon del espacio exterior de los años 20’s a los 50’s. Estas cintas, por lo regular tenían en común, efectos especiales limitados, ingenuidad extrema, actores de segunda o tercera, no mucha imaginación, y desde luego, la desdeña de la crítica.

La ciencia ficción de la guerra fría, desarrolló un estilo visual tan claro, que es hasta el día de hoy perfectamente reconocible. En esa época el futuro era todo aquello que tuviera un alerón, un gigantesco hotel de lujo donde los astronautas norteamericanos eran guapos, fornidos y bien peinados, mientras los rusos, además de rubios, hablaban con el mismo acento y sobre todo eran invariablemente descorazonados.

La cinta que dotó nuevamente de credibilidad al género fue 2001. Odisea del Espacio del año 1968. Pero sería hasta la aparición en 1979 de La Guerra de las galaxias, que los efectos especiales quedaron a la altura de directores y escritores. Así aparecieron las primeras imágenes de un futuro donde existía basura espacial entre naves oxidadas. Por desgracia, el impacto de esta cinta trajo una innumerable lista de émulos que simplemente repetían la misma montaña rusa de efectos, disparos láser y persecuciones, no muy diferente en emociones, a un robo de banco en Londres o un juego de béisbol en Nueva York. Eran fusiones lamentables entre el cine policiaco, de horror o peor aún, ecológico.

En los últimos años, son los efectos por computadora y el cine de animación los que han venido a enriquecer el género, permitiendo proezas visuales que difícilmente se sostendrían con actores.

Algo que hemos aprendido del cine de ciencia ficción, es que la visión del futuro suele envejecer rápidamente. Y destaca cómo precisamente en el cine, la ciencia ficción envejece más rápidamente que en la literatura. Se diría que es esta la venganza de la palabra escrita.

Los astronautas y las naves espaciales de los años cuarenta son muy distintos a los de los años setenta y radicalmente diferentes a los que vemos hoy. El futuro del pasado es hoy, viejo. La mayoría de las películas que hablaban del futuro ayer, nos suenan hoy ridículas. Ese futuro ya es pasado. La imagen envejece. Pocos son los visionarios que han podido trazar un futuro más menos verosímil. Las ideas que muchos proyectan sobre el espacio suele construirse sobre sus problemas inmediatos, ampliándolos o exagerándolos, por esto la ciencia ficción no es un simple entretenimiento escapista, es más bien un modo de medir nuestros más inmediatos temores y miedos más profundos. De este modo la ciencia ficción traza una línea directa con el inconsciente.

Si algo hemos podido aprender de todo esto, es que las películas que centran su valor en los efectos especiales, podrán sorprender el día del estreno, pero el tiempo (ese elemento tan importante dentro de la ciencia ficción) las pone al final en su lugar, expulsándolas al olvido o al ridículo eterno. Como la buena ciencia ficción escrita, las cintas que prevalecen son aquellas que proponen un viaje al espacio exterior pero al mismo tiempo, interior, una visión inteligente del ser humano, o al menos, una interesante postura sobre la peculiar situación del hombre en el universo.