Fantasías del terremoto
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Forma parte, junto con otros siete autores, de la antología: Fantasías del terremoto. Ocho cuentos con historias que se suceden en la ciudad de México y que combinan el género fantástico con un hecho en común, un terremoto. Su cuento es: La gran desilusión.
LA GRAN DESILUSIÓN
(Fragmento)
Tras las primeras sacudidas, se repitieron esas imágenes tan comunes para quienes aquí habitamos: cables de luz meciéndose, semáforos tambaleantes, ataques de pánico, oficinistas y transeúntes viendo hacia los edificios para calcular la magnitud del siniestro. Mujeres en pijama, bata o incluso en toalla, expulsadas de sus casas con el cuerpo escurriendo jabón. Treinta segundos arrancaron a los habitantes de su cotidianidad. El miedo se propagó aunque pasado este tiempo, la tierra retornó a la calma sin cobrar víctimas. Los autos y camiones recuperaron el dominio hasta que las calles volvieron a su desmesurado estado natural. Otra mañana de temblor para los hijos de esta ciudad, nuestra infinita madre, mujerona obesa en habitantes que desde hace mucho se resignó a sus achaques crónicos en forma de terremotos.
Lo que ignorábamos entonces, era que aquella sacudida no sería como las demás, y es que mientras temblaba, aparecieron veintinueve ángeles distribuidos por distintas zonas de la ciudad. Los primeros seis fueron vistos a la entrada del teatro Virginia Fábregas, justo a las 11:03 a.m. Otros, en Mixcoac, sobre la calle de Giotto casi esquina con Periférico, ahí aparecieron cuatro. Cinco, en la unidad habitacional Narvarte I.M.S.S.; cuatro más sobre Avenida Insurgentes Norte, a la altura de Vallejo; tres dentro del Parque Bicentenario en Azcapotzalco; cuatro en el INFONAVIT de Iztacalco y seis más, al sur, sobre Avenida de las Torres, casi esquina con Camino Real a Xochimilco.
LA GRAN DESILUSIÓN
(Fragmento)
Tras las primeras sacudidas, se repitieron esas imágenes tan comunes para quienes aquí habitamos: cables de luz meciéndose, semáforos tambaleantes, ataques de pánico, oficinistas y transeúntes viendo hacia los edificios para calcular la magnitud del siniestro. Mujeres en pijama, bata o incluso en toalla, expulsadas de sus casas con el cuerpo escurriendo jabón. Treinta segundos arrancaron a los habitantes de su cotidianidad. El miedo se propagó aunque pasado este tiempo, la tierra retornó a la calma sin cobrar víctimas. Los autos y camiones recuperaron el dominio hasta que las calles volvieron a su desmesurado estado natural. Otra mañana de temblor para los hijos de esta ciudad, nuestra infinita madre, mujerona obesa en habitantes que desde hace mucho se resignó a sus achaques crónicos en forma de terremotos.
Lo que ignorábamos entonces, era que aquella sacudida no sería como las demás, y es que mientras temblaba, aparecieron veintinueve ángeles distribuidos por distintas zonas de la ciudad. Los primeros seis fueron vistos a la entrada del teatro Virginia Fábregas, justo a las 11:03 a.m. Otros, en Mixcoac, sobre la calle de Giotto casi esquina con Periférico, ahí aparecieron cuatro. Cinco, en la unidad habitacional Narvarte I.M.S.S.; cuatro más sobre Avenida Insurgentes Norte, a la altura de Vallejo; tres dentro del Parque Bicentenario en Azcapotzalco; cuatro en el INFONAVIT de Iztacalco y seis más, al sur, sobre Avenida de las Torres, casi esquina con Camino Real a Xochimilco.
